domingo, 2 de junio de 2013

YIBUTI

Se puede comenzar esta entrada poniendo que Yibuti es todo lo que pone en la Wikipedia y quizás algo más. Pero no lo voy a hacer. Sólo comentaré que es un pequeño país en el Cuerno de África. Para llegar rápido a su ubicación limita con Somalia al Sureste.Todos los que puedan llegar  a leer este artículo escrito por mi tienen al alcance de su mano el saber o informarse de cómo es Yibuti.

Sin embargo, hay muchos otros que lo leeréis y os vais a transportar al lugar rápidamente. Muchos no habréis estado como yo una sola vez, sino muchas otras. Y quien sabe si no quedará alguna más...


Tengo que contarles que una de las cosas que más me pudieron llamar la atención en un primer momento es el "fuerte" que puede crear el ser humano pudiente en un lugar como ese. Un "fuerte" para aislarse de lo que realmente pasa por sus ojos. Así fue como yo misma denominé al majestuoso hotel de una importante cadena hotelera que hay en esa población. Me costó la primera vez dos días el poder ir al centro del pueblo. Mi ruta era clara, directa al "fuerte". Que voy a contar... pues que allí no echaba de menos nada de lo que podía tener en cualquiera de los destinos más turísticos del mundo. Estaba encantada con mi cóctel en la mano metida dentro de aquella gran piscina.

Cuando ya había derrochado mi energía acumulada por la tensión del trabajo conseguí decidirme a ver con mis propios ojos lo que otros me habían contado y que incluso había mejorado.

No es malo decir que la fama que un país pueda coger por su zona geográfica estratégica le lleva a incrementar su economía, aunque haya que decir que ese incremento se lo queden sólo algunos y por esto no se ve casi el avance.

Nunca me olvidaré de ese día. Acompañada por Ricardo y Manolo (vosotros os acordareis perfectamente) me decidí a coger las cosas e irme hasta allí. Antes de salir media vuelta. "Cámbiate los zapatos" me dijeron. Algo me hacía intuir que no era muy "ciudad" lo que iba a visitar. Más aún, lo confirmó el vehículo que nos trasladó a centro de la ciudad.

Un escándalo según salimos del puerto. Estás expectante, no sabes que ocurre, mucha gente, gente corriendo y chillando. Como buena turista sacas la cámara, acto fiel a mi para los que me conocen desde siempre. Ahí te das cuenta que el turismo no es el mismo en todos los lugares del mundo. No puedes hacer eso, se sienten acosados, no les gusta que retrates tan gratuitamente lo que a ellos les ocurre. Sus dificultades no pueden ser imagen de todo el que pasa. Esa imagen se te queda en la retina para siempre. El cómo te miran al ver que tú ni siquiera eres capaz de darte cuenta de lo que está ocurriendo.

El simple pasar del coche de uno de sus dirigentes y su comitiva organizó tal revuelo, que piensas, en ese  momento que va a pasar algo inminente y evidentemente no bueno. Te das cuenta que una cosa tan llana, como esa, está totalmente desorganizada. La aparente tranquilidad de un mercado de frutas es totalmente inestable al pasar dicho suceso y te sientes inquieta, a verlas venir...

Al mismo tiempo y de fondo me encantaba escuchar a Ricardo contándome cómo era aquello hacía algunos años y la verdad es que mi mente sedentaria del que lo tiene todo no era capaz de llegar a imaginarlo. Allí no había prácticamente nada. Yo en mi primera vista al frente sólo veía barro, desorden y basura. Lo que era una parada de taxi allí para mi era un desguace de coches o ni siquiera eso. Así podía ser todo lo que veía. Una comparativa a algo viejo y sucio en nuestro mundo paralelo.

La primera lucha interna fue clara. Armarme de valor al ver a los niños hambrientos, sucios, tan pequeños en la calle y aparentemente solos. Eso te llega al corazón. No había ninguno que no estuviera en esa situación. Podría poner un sin fin de adjetivos a aquello. "Te tienes que hacer inmune a esto" . Y ahora es el momento en que todos hacemos la misma reflexión ¿y cómo lo haces?. Primero me contaron algunas historias de lo que podía pasar si ayudaba a alguien de manera altruista. Nunca había pensado el mal que le puedes ocasionar a alguien  por un bien que le estás haciendo. Los detalles os los podéis imaginar es sólo cuestión de pensar un poco. Lo que me llevó por supuesto, no a hacerme inmune pero sí a no bajar la vista, fue el pensamiento de no puedo ayudar a toda esta gente así, de la manera que yo quería. Es algo que va mucho más allá.

Hay que hacerlo de otra manera.

Yo no puede comprobarlo porque mis tareas no me lo permitieron pero gente allegada que si pudo disfrutar de ese rato ya lo había pensado en esa primera vez que pisaron ese lugar. Las siguientes veces que llegaran a Yibuti acercarían medios para intentar mejorar su calidad de vida que es muy diferente a mejorar sus vidas. Medios para poder hacer potable el agua, medios para enseñar, para cultivar, material para poder aprender, medicamentos, ropa y un sin fin de cosas que nosotros en nuestro entorno ni le prestamos atención a menos que se nos presente una realidad muy cruda. La mayoría de estas cosas básicas en nuestra sociedad están superadas.

Me prometí que si alguna vez volviera a ese país después de haber pisado España de nuevo sería muy diferente.

No me olvidaré de esa primera vez en Yibuti la primera vez que vi cargar un barco de camellos. Cómo los subían desde tierra al barco en aquel sitio. Con unas fajas los levantaban y los llevaban en volandas hasta dentro del barco. El bramar de los camellos te embobaba. Algo en lo que no hubiese pensado nunca si no lo  hubiera visto.

Que buenos momentos me dejo Yibuti a pesar de su paupérrima vida y al mismo tiempo tan lujosa.

Como dicen algunas personas a las que quiero mucho: ¡Ay mi Yibuti!.



Centro de Yibuti.