sábado, 10 de agosto de 2013

UNO DE TANTOS PARAISOS EN LA TIERRA.

Después de un largo parón en la escritura por culpa de lo que motiva principalmente este blog (los viajes), vuelvo a coger la libreta de notas.

Intentaré plasmar los sentimientos que tuve al llegar a esta tierra. SEYCHELLES.

Tengo que decir que era uno de los caramelos que llevaba derritiendo en mi boca desde que salí de España. Estar en aquel Archipiélago era una realidad. En mi vida sólo había visto este lugar en las revistas de viajes y el referente que tenía era lo que leía y lo que me contaban aquellos conocidos,  que a la vista de todos, eran realmente afortunados.

Últimamente, en nuestro gremio se ha puesto de moda este destino, y raro es, el que no ha estado por lo menos un par de veces. !QUÉ COSAS¡

Llegar para mi implicaba descanso y placer, a la par que alegría, por ver a alguien a quien quería mucho después de casi cuatro meses. Aquella parada se convertiría en una mezcla que daba como resultado un elixir de romanticismo y descubrimiento que duraría sólo seis días.

El archipiélago de las Seychelles nos lo tropezamos al bajar por el océano Índico. No sé dónde hubiese preferido parar si en Seychelles o en Madagascar, pero como al final fue en en este archipiélago (cerca de 115 islas) lo disfrutamos lo mejor que pudimos.

Atracados en Victoria, capital de Mahé, la isla de mayor tamaño del archipiélago, me dirigí al único aeropuerto internacional acompañada de los que como yo, tenían esa suerte, recoger al que compartiría conmigo esos maravillosos días.

La primera sensación que me da Mahé es de familiaridad con algo. Me nace compararla con la maravillosa isla de Madeira por lo verde y montañosa que es. De repente, un sentimiento de estar cerca de casa me recorrió el cuerpo hasta que comencé a tropezarme con la gente de Mahé. Seychelenses de pura cepa. Su gente con una acusada fisionomía africana me dice que no, que me encuentro en este cálido archipiélago de hermosas playas, una belleza natural respetada por la mano del hombre y un mar con excelentes condiciones para los que amamos las actividades acuáticas.

El clima tropical fue bastante benévolo y dado que la época en la que estuvimos era de lluvias sólo nos dejo un día nublado entre los espléndidos días de sol que reposaban en las playas de arena blanca. La temperatura, aún así, era agradable por lo que nos permitió desarrollar nuestros planes sin ningún problema.

El idioma y la moneda no fueron ningún contratiempo a la hora de desenvolvernos en Seychelles. Aunque la lengua materna es el criollo seychelense, el inglés lo tienen como lengua oficial y la mayoría de la gente lo habla con fluidez así que para nosotros fue un punto a favor. Debido a que nos entendíamos con todo el mundo pudimos preguntar por lugares para escondernos. La anécdota fue que todo el mundo hizo lo mismo y  encontramos mucha gente conocida en lo que se suponía que eran refugios.

Para conocimiento general, en Seychelles hay dos extremos los hoteles de superlujo o los B&B que son un poco más baratos pero con unos servicios bastante asequibles para poder disfrutar de todo lo necesario. Yo pensaba quedarme en el segundo pero el factor sorpresa hizo que disfrutara de los placeres que algunos meses atrás ni habría olido.

Nos llamó mucho la atención lo respetada que está la isla al construir. Las grandes cadenas hoteleras que tienen sus explotaciones allí, respetan el paisaje integrando sus edificaciones en el mismo. A veces, era difícil diferenciar los edificios principales de los hoteles dentro  del paisaje. Así mismo en algunos otros lugares estaba claro que la principal fuente de ingresos de la isla es el turismo. Ello también se reflejaba en los precios, porque la comida y el alojamiento no son nada baratos te vayas al lujo o a lo más cómodo. La rupia Seychelense se hace notar en el país.


                                          Playa de Anse Soleil.

Lo mejor es hacer caso a los nativos del lugar y dejarte asesorar en cuanto a lugares dónde comer y hacer gasto, ya sea mayor o menor. De buena tinta sabemos que lo cocinado por un autóctono es lo realmente bueno para degustar, sin quitarle mérito, al que ha aprendido el oficio para hacer negocio . Este que también ofrece buena calidad pero siempre un poco más caro de lo normal.

Mahé, te da cancha para poder verla sin problemas. En seis días te da tiempo de sobra para hacer todo tipo de actividades, descansar e incluso visitar  las islas de La Digue y Praslin.

Nosotros alquilamos un coche para, en días alternos, irnos de ruta bordeando y cruzando la isla. Hay que decir que el transporte urbano en Mahé es muy bueno y cubre las rutas y pocas carreteras que tiene la isla, por lo que si el presupuesto no llega, te puedes mover perfectamente en bus y ver todo lo que verías en un coche. La siguiente vez que paré en Seychelles ya no alquilé nada. Lo hice de esta manera.


                                          Mirador Trois Freres Trail.

Si quieres te puedes marcar una ruta tal que esta....dejando la zona urbana para otro día, especialmente si te gusta el día de mercado. Lo aconsejo aunque no es excesivamente grande.

De Bel Ombre a Beau Vallon.
Se trata de una excursión que tendrá como máximo, un día de duración, pero permitirá tener una visión única de la isla dejando la zona urbana a un lado. Le Cosaire, tierra de piratas, será una de las poblaciones por las que primero se pasa. Allí está la "Cueva del Tesoro". De aquí a Saint Loius, parada obligada es el taller de artesanía- tallas en madera- de Antonio, después el Le Niol Pottery y la alfarería de Gordon Robert. Un poco más adelante, se encuentra el cementerio de Bel Air, donde están enterrados los personajes más importantes del país desde los tiempos de la colonización. Desde la Carretera de la Liberación (Liberation Road) pueden observarse unas impresionantes vistas de Victoria, el puerto y el Parque Nacional . 

- De Victoria a Anse Royale
Desde la rotonda de la Misére, se sube un poquito montaña arriba hasta llegar a un impresionante mirador desde el que se divisa el Parque Nacional, Praslin y otras islas que parecen flotar en el océano. Por el camino hacia Anse Royale, se encuentras distintas alfarerías como la Seypot Pottery, la Isla de Farquhar junto a la galería de Gérad Devoud, la Seychelles Creations y Kreol´s Or (tiendas de artesanía), la Maison Ste. Joseph y el Pueblo de la Artesanía ("Craft Village") . 


- De Anse Royale a la Costa Occidental
La primera parada en el camino será el "Royal Spice Garden" (Jardín Real de las Especies) situado justo al lado de la Iglesia de St . Joseph. Por la misma carretera, se llega a la Playa de "Intendance", que pertenece al pueblo de Quatre Bornes. Aquí tenemos una anécdota preciosa grabada en vídeo de como una tortuga desovaba en la playa. Después, una buena opción la constituye la visita, y baño (si el tiempo lo permite) a la Playa de Takamara. En la población de Baie Lazare, puede verse el monumento al desembarco francés en 1742 y visitar el taller del pintor local Michael Adams Studio y el Taller de Escultura de Tom Bowers . Este pueblo tiene una deliciosa playa, la Anse á la Mouche y un magnífico jardín de orquídeas, el Indian Ocean Nurseries. La última parada, el Puerto Glaud. 

- De Sans Souci a Beau Vallon
Sans Souci está dentro del Parque Natural de Monre Seychellois, cubierto de selvas. Desde aquí, se puede ascender hasta la cumbre del Morne
Blanc. Por el camino, las Ruinas Históricas de la Misión y el Mirador. Desde Trois Fréres Trail (pequeño pueblo con una altitud considerable) se disfruta de otra panorámica igualmente interesante. De vuelta a Sans Souci se encuentra la residencia del embajador estadounidense, un bello edificio del siglo XVIII .

Si te gusta la naturaleza, otro día puedes marcarte la ruta para andar hasta las cataratas que están en el centro de la isla y darte un chapuzón en medio de un verde maravilloso. Todo hay que decirlo... puede que tengas mala suerte y ese día las cataratas estén tan llenas de gente que no te llegue el turno de tirarte. Más aún si encuentras al seychelense que te dice de dónde te puedes tirar y no para de hacerlo él sino para llevarse alguna rupia.

Este día lo puedes regar con vino blanco y un buen pescado fresco que muchos restaurantes cocinan riquísimos. Hay una gran variedad de pescado en estas tierras y por supuesto de restaurantes. El mejor que probamos, sin ser el de nuestro hotel, fue el La Plaine St. André, luego el Chilli Bar and Steakhouse y el Ópera. Ninguno hizo para nada ascos a nuestro paladar jajjajajj. En este último nos comimos una cazuela de marisco variado que todavía recordamos. Ummmmm.

Para finalizar el día puedes pasar por las bodegas Takamaka y llevarte un repertorio de varios tipos de ron y licores de la isla.

Este artículo es una muestra clara de lo aprovechado que estuvo el tiempo sin hacer alusión a los tres días alternos que estuve tirada en una hamaca en el hotel y que para lo único que me moví fue para hacer un poco de snorkel y ver la cantidad de murciélagos que se despiertan de entre los árboles al ocaso. Es  un verdadero espectáculo verlos y por supuesto... comerlos. Todo el que me conoce sabe que una de mis pasiones es probar lo que en otros lados del mundo se come y aquí en Seychelles es muy típico el murciélago a la brasa. Así que buen provecho si dan con alguno como diríamos "sabe a pollo" jajjajajja.